miércoles, 22 de febrero de 2012

Y sabes bien que no eres tú, sigo siendo yo!




Sí, soy yo "esa" a quien le gusta lo imposible, lo difícil, lo intrincado, lo complejo. Perdóname si tú, adorable, atento, cariñoso; te me acercas con las mejores intenciones y  pam pam, te llevas un trancazo... Perdóname si yo no logro ver lo que vales. Lo cierto es que así soy y como yo, hay miles de  mujeres que viven detrás de un pajúo que las hace sufrir. Perdón, por dejarme usar, no valorarme, ser insegura y por supuesto masoquistear como la propia pendeja.



Te tengo todas y cada una  de las respuestas  para  esas preguntas que no quisiste hacerme en el parque aquella tarde, con la puesta de sol y las manzanas perfectamente cortadas en triángulos y sumergidas en limonada para que no se oxidaran.


 Pues bien, soy una estúpida, eso lo sé. Lo que no ves, es que como yo, haces el mismo papel de idiota. Dándolo todo por una muñeca que no aprecia lo que vales. Sé que me ves patética buscando atenciones donde no las hay, créeme, estoy clara. Y es que justamente, las mujeres vivimos de ideales, de sueños más que de realidades. Es por esto mi querido príncipe que yo no me siento tan  payasa.


Estoy consciente de lo que obtendré y de lo que no, de como actuar y manejarme. Tengo el control de mis situaciones; tú sólo intentas desesperadamente  que yo sea más una realidad que un sueño. Yo pretendo que el sueño no se haga realidad, pues simplemente la felicidad abruma. Y es que una mujer promedio está tan acostumbrada a lidiar con la desdicha que cuando hay un rayo de luz se pregunta: ¿y qué carajo hago con esto? y se busca  un "pero" para huir... Huir como Juana La Loca.


Lo siento, si te hiero, si huyo de ti. Perdóname si caigo en brazos del equivocado... Lo verdad es que estoy acostumbrada a huir   y los chicos malos no se quedan; no estarán para cuando me sienta abrumada... Perdón si no te parece una respuesta convincente, pero con integridad puedo decirte que lo último que quiero es que sientas lo que yo he sentido muchas veces. Porque tú no podrás  asimilarlo y terminarás siendo el  tipo malo de la historia de otra pajúa.


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