lunes, 9 de agosto de 2010

Hola soy El Hombre de Tu Vida

Tras  5 años de relación con ese a quien solía llamar con orgullo “NOVIO”  me hallé en la situación sentimental  que todas las mujeres del mundo tememos: ABANDONADA. Rápidamente y como cualquier chica que ha visto Sex And The City, corrí bajo las faldas de mis amigas (un poco molestas porque yo las había abandonado a ellas); y les pedí, mejor  dicho, les supliqué me sacaran de ese laberinto oscuro en el que me sentía sumergida.



Tras varios meses de ardua labor de mis compinches (parrandas, tragos) superé y olvidé, a  medias dicho sea de paso; a mi ex y volví  al ruedo sentimentalmente hablando; así que mi mejor amiga me “arregló” una cita con  un individuo al cual catalogamos ambas “EL HOMBRE DE MI VIDA”. Estuve una semana  comiendo vegetales, corriendo en las mañanas y manteniendo la expectativa de conocer al hombre de mi vida. Por fin llegó el día esperado; me levanté temprano  y desayuné  media naranja y café sin azúcar, fui a la peluquería  y de regreso  a casa divisé un par de zapatos en una vitrina, que decían “PRIMERA CITA CON EL HOMBRE DE MI VIDA”. Sin dudar medio segundo me los llevé a casa.



Recuerdo que me paré frente al espejo y me sentí  inconforme, acto seguido, abrí mi closet y a pesar de estar atiborrado de ropa no encontré algo fabuloso que  combinara con mis zapatos, así que me decidí por el vestido negro que me puse en el bautizo de mi sobrino y en el funeral del abuelo. “EL HOMBRE DE MI VIDA”, llegó a mi vida 10 min tarde y me llevó a comer en un restaurante de comida china, hablaba mientras comía, apenas le entendía y sólo asentía con mi cabeza para no ser descortés. De vuelta a casa, me pregunté si valía la pena invitarlo a tomar algo  y con cierto temor  a que pensara que era una "fácil"… lo deje entrar.

No fue lo que esperaba…y aún así esperé por su llamada del día siguiente, porque después de todo era “EL HOMBRE DE MI VIDA”, llamada que nunca recibí  y que hoy en día Agradezco que haya sido así.

Después de varios intentos fallidos cómo ese anterior, perdí el  interés  en las citas. Cierto día  coincidí  con “UN TIPO CUALQUIERA”; en el banco,  el café y en mi cama. Decidí no etiquetarlo, ni etiquetarme a mi misma, dejé de premeditar las cosas y de debatirme si sería  bien visto públicamente, dejé de sentirme culpable por los kilos demás  y de pensar en una relación perfecta. No soy la primera mujer que ha determinado  que  los Príncipes Azules no existen, pero siempre habrá alguien, “UN TIPO CUALQUIERA", al que le queden sus zapatos, su capa y su espada… tal vez para siempre o solo para jugar en la cama.

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