sábado, 8 de enero de 2011

¿Cómo podría odiarte? Si...

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Me desperté melancólica, viendo  varias prendas de vestir en el piso... Y ahí estaba a mi lado él. Una persona que no reemplaza un lugar, sino que se forja uno propio, que gana terreno y ocupa los pensamientos. Sí, el día estaba gris, pero aùn así me sentía tranquila; a pesar del montón de trabajo atrasado y algunos inconvenientes con unos equipos.



Pensé en ti, en cómo y cuándo siendo tan vital dejaste de serlo. Pensé en todas las cosas que me enseñaste y ahora mismo sè y pongo en práctica. Volví la vista hacia la cama y preferí meterme entre los brazos de aquel individuo que ya debes saber quién es. Preferí  despertarlo ésta vez. Me agrada mirar sus ojos y no hallar la incertidumbre como respuesta, me agrada mirarle y olvidar todo lo demás.



En ciertas ocasiones suelo recordarte,  generalmente son cosas de jovencita curiosa, me alegra saber que estás bien, y que superaste todos tus demonios. En cierto momento preguntaste si te odiaba y no supe que responder... Desde entonces me hice la misma pregunta y he aquí la respuesta:


No! no te odio... No existe un sentimiento tan vil hacia una persona que veo con cariño; a pesar de cualquier cosa. No puedo odiar a alguien que no me despierta ningún sentido de malicia, que no me despierta un arrebato. Verte sólo me produce paz, porque nuestro cuento está saldado.

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